La literatura no deja de sorprenderme.

Empecé a leer este libro porque era el que se iba a comentar en un grupo de lectura al que asisto una vez al mes. Leí las primeras hojas y dejé de leerlo y no solo eso, sino que escribí al grupo diciendo que no iba a continuar porque me resultaba muy desagradable. El libro comienza con una sucesión de insultos de un hijo a una madre que sinceramente estaban resultándome hirientes.

Pues bien, efectivamente no fui la única que se quejó, ante lo cual la coordinadora nos animó a seguir porque enseguida la historia se iría encauzando hacia otros derroteros, e íbamos a descubrir una novela realmente potente, que merecía la pena.

Tal ha sido su éxito que va por la séptima edición. Recibió en 2019 el Premio Cálamo (galardones literarios concedidos por la librería Cálamo -Zaragoza- que reconocen a los mejores libros del año según el criterio de la librería y sus lectores). En 2020 quedó como finalista del premio al Mejor Libro del Año en ficción por los Libreros de Madrid y se le ha concedido el premio de la Unión de Escritores Moldavos (la escritora es moldava-rumana).

El resto de los libros recomendados por el grupo han sido de calidad y la coordinadora es una persona con bastante criterio, con lo cual confieso que me salté un par de páginas y cuando vi que el tema se iba tranquilizando lo retomé, dándole una segunda oportunidad.

Pues bien, lo he terminado y no solo me ha gustado, sino que le dedico un post porque efectivamente considero que es un libro de una desbordante sensibilidad que merece la pena ser leído.

¿Quién es Tatiana Țîbuleac?

Es una escritora, periodista y traductora rumana-moldava de 45 años. Su padre fue periodista y su madre editora, por lo que creció rodeada de libros.

En 2008 se trasladó a París, tras dejar el periodismo, para «encontrar un nuevo modo de escribir».

«El verano en que mi madre tuvo los ojos verdes» ha sido su primera novela, publicada en 2017.

En 2018 publicó su segunda novela «Jardín de vidrio» por la que le concedieron el Premio de la Unión Europea de Literatura.

Argumento «El verano en que mi madre tuvo los ojos

verdes».

Aleksy aún recuerda el último verano que pasó con su madre. Han transcurrido muchos años desde entonces, pero, cuando su psiquiatra le recomienda revivir esa época como posible remedio al bloqueo artístico que está sufriendo como pintor, Aleksy no tarda en sumergirse en su memoria y vuelve a verse sacudido por las emociones que lo asediaron cuando llegaron a aquel pueblecito vacacional francés: el rencor, la tristeza, la rabia, pero también la reconciliación y el amor.

 ¿Qué me ha gustado de esta novela?

En una entrevista sobre el libro, la autora hacía las siguientes confesiones:

«De donde yo vengo hay una presión a la que nos debemos enfrentar: la maternidad. Ser madre es lo más difícil porque solo tenemos una opción: ser una buena madre, una santa madre. Esa exigencia es inmensa. Una vez que tienes un hijo se espera que vivas para él por el resto de tu vida, que te sacrifiques todo lo posible, que des tu vida por él o ella. Fallar como madre es lo peor que te puede pasar.»

«La protagonista es una mujer como todas, normal. No fue amada y entonces no sabe cómo amar a su hijo, aunque encuentra una forma feliz de terminar. El mensaje que me interesaba dejar es que es posible enderezar las cosas y hacerlas bien aun cuando ya crees que es tarde. Siempre se está a tiempo de transformarse, eso es lo que me importaba trasmitir.»

A base de capítulos cortos y escrito en primera persona, Aleksy te va llevando a vivir con él las sensaciones y las experiencias que configuraron una difícil relación materno filial.

Te he querido, aleksy, te he querido como he podido

Se detiene en momentos cotidianos, que son descritos con mucho lirismo. Creo que este es un punto fuerte de la escritora. Escribe con fuerza narrativa utilizando metáforas y expresiones de un alto componente emocional.

Permanecimos tumbados en el campo de girasoles, silenciosos y doloridos como unos abortones de flores. Volvimos a casa por la tarde, llevados por la lluvia y unidos por la mano delgada de mi madre como por un cordón umbilical sin cortar.

Para mi es una historia de superación y de redención. Aleksy transforma sus duras experiencias y su sentimiento de abandono en un proceso creativo que le convierte en un pintor de éxito, aunque las cicatrices sean profundas.

«Me acuerdo de mi madre todos los días, tal y como le prometí a orillas del Océano. Procuro no mentir».

Espero vuestras opiniones y gracias de nuevo por seguirme en mi blog www.leodisfrutoescribo.com

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