Últimamente he de reconocer que me cuesta leer, escribir y concentrarme. Es como si mi cerebro no diera las órdenes necesarias a mi cuerpo para ponerme en marcha, aunque en realidad en este momento lo que me ocurre es que el corazón está bastante apagado. Es un problema mas del órgano que siente que del órgano que piensa. Pero bueno, no quiero empezar con mal rollo y he de decir que esto me ha llevado a bucear en internet (ese pozo incansable de sabiduría, casi siempre..) e interesarme por todo lo relacionado con el cerebro, esa masa gris que pesa kilo y medio y contiene diez mil millones de células, que generan impulsos eléctricos para comunicarse y cambios químicos que afectan directamente a nuestro comportamiento. Pues bien, leo con preocupación que si sigo con esta apatía mucho tiempo no generaré nuevas células, porque estoy dejando de lado actividades que estimulan mi cerebro. Según dice un prestigioso catedrático de biología nuclear, las neuronas no mueren por exceso de actividad, sino por todo lo contrario, por inactividad. En fin, que todo este rollo va de que yo, sana, con familia, y con todas mis necesidades más que cubiertas, creo que tengo la obligación de esforzarme y activar de nuevo mis latidos y ahora mismo he empezado.

Os presento a SARA, la protagonista de este pequeño relato y con ella de la mano, mi corazón comienza a latir con más fuerza. Espero que lo disfrutéis.

Una compañera de gimnasio le había animado a apuntarse a un curso intensivo de cocina que organizaba. Se apuntó por amistad y comenzó a aprender, aunque sin demasiadas ganas.

Sara era una mujer tranquila, de exquisita educación y un impecable estilo. Sin tener un físico imponente, transmitía un encanto difícil de explicar que encandilaba a todos. Era discreta en sus formas, de vestir clásico pero siempre con un toque original que rompía los colores oscuros que tanto le gustaban. Llevaba casada más de quince años con Gonzalo y formaban un tándem aparentemente perfecto. Él tan sociable, tan comunicativo y tan ingenioso en su conversación, se complementaba muy bien con la dulzura de su mujer, perfecta anfitriona y de acogedora personalidad.

Sara recorría en bata, con paso lento y el pelo aún revuelto, la casa vacía. Aunque tenía el día con actividades pendientes, lo único que realmente le apetecía era no hacer nada. Se preparó un rico café aromático con su nueva cafetera de diseño que le había regalado Gonzalo por Navidad. La dosis de cafeína le ayudó a despertar sus lentas neuronas y comenzó a coger ritmo.

Recorrió la casa buscando su móvil, no recordaba donde lo había dejado la noche anterior. Llegaron tarde y se fue directa a la cama, pero no estaba en su bolso, amplio bolso que cargaba día tras día como un saco de Papa Noel.

Finalmente vio el móvil en el escritorio de la entrada junto a un precioso jarrón oriental, regalo de boda, y un marco con fotos que reflejaba momentos especiales de la familia. El nacimiento de Rocío, uno de los momentos más mágicos de la vida de Sara. Fue un bebé muy deseado.

Sara se sonrió al ver una fotografía de Gonzalo y ella de novios, abrazados en París. Gonzalo no había cambiado demasiado, es más, la madurez le había vuelto incluso más atractivo, con más personalidad y mejor porte. ¡Qué viaje tan especial!, les presentó una amiga común y para Sara fue un auténtico flechazo. Tan moreno, tan alto, tan educado, tan simpático…

Pero París nunca fue lo mismo después de ese viaje, volvieron varias veces, pero nunca se repitieron esas sensaciones. Su café preferido había perdido su aroma, el romántico restaurante resultaba triste y demasiado oscuro, incluso la luz de la ciudad no desprendía ese brillo indescriptible. No habían vuelto nunca solos, siempre con amigos, quizás ese fue su error.

Lo bello es mucho más bello y lo feo se vuelve bello con un corazón entusiasmado, y cuando se ha disfrutado de París enamorada, es mejor guardar ese recuerdo intacto y no volver – pensaba Sara con nostalgia.

Se vio desnuda y no se gustó. No solía mirarse frente al espejo, quizás porque siempre se encontraba algún defecto. Siempre había sido estilizada, es verdad, pero nunca destacó por sus formas… Y ahora, aquella figura estilizada también había desaparecido, había ganado kilos y no se reconocía.

Sara se puso el albornoz, de nada servía compadecerse. Su reciente afición por cocinar dulces, de todo tipo, le había servido de excusa para comer demasiado. Tampoco la mirada vacía de su marido hacia ella, ni los reproches de su madre ante sus habituales prendas amplias le ayudaron lo más mínimo a cuidarse. Con el paso de los años se había abandonado. Había sido una dejadez consentida y eso era lo peor.

Decidió llamar a Marta, proponiéndole que fueran juntas al gimnasio; le daba pereza ir sola y seguro que ella se apuntaría. Tuvo suerte, la llamada fue rápida; Marta se encontraba en casa y quedaron en verse en media hora.

Juntas en el gimnasio, Sara no pudo aguantar toda la hora de aerobic. Miraba con auténtica devoción como Marta se movía como si su cuerpo  no pesara nada, y sus movimientos parecían ¡tan fáciles!. Ella, en cambio, con la lengua fuera luchaba por seguir al profesor, pero a la media hora, su cuerpo dijo basta y tuvo que parar. Jadeando como si hubiera corrido un maratón, se dirigió a la ducha con la firme promesa de acudir al gimnasio más a menudo.

Fue al salir de la ducha cuando la vio de refilón. Estaba al final del vestuario, peinándose. Estaba desnuda y lucía una bonita figura bronceada frente al espejo. Tendría más o menos su edad, superando los cuarenta, aunque las diferencias eran patentes, aquel cuerpo estaba en forma, terso y firme. Sara, con cierto pudor apartó la mirada. Seguía tapada con su toalla. Iba sacando su ropa de la taquilla sin dejar de pensar de qué la conocía, le resultaba familiar.

La mujer terminó de peinarse y comenzó a vestirse. Lo hizo con rapidez, pareciera que tuviera prisa, y justo en ese momento pudo verla con claridad. Aquella mujer estaba agachaba atándose el cordón de unos bonitos zapatos de charol negro cuando vio el colgante. Una cruz de esmeraldas engarzada en oro, idéntica a la que su marido le había regalado el mes pasado por su aniversario. 

 

Buen puente a todos. Disfrutar y ser felices.

 

14 Comentarios

  • Publicado diciembre 8, 2020
    .Ana

    Mmmm…. espero que continúe el cuento de Sara …. ¿o nos dejas con un final abierto para que cada uno haga su propio final?

    • Publicado diciembre 9, 2020
      .Sara Jaraba

      Espero la continuación …

    • Publicado diciembre 9, 2020
      .natalia_garcia

      Lo dejo a tu imaginación…

  • Publicado diciembre 8, 2020
    .Ana Oliva

    Aunque una cruz de esmeralda cambie una vida, es un relato corto que te atrapa!

  • Publicado diciembre 8, 2020
    .Luz

    Me ha encantado, espero que siga…

    • Publicado diciembre 9, 2020
      .natalia_garcia

      Lo dejo a tu imaginación..

      • Publicado diciembre 11, 2020
        .Vir

        Estoy un poco espesa… Por que le resulta bastante familiar??? Anda…. Continúa un poco… Unas paginillas más. Que siempre me dejas en ascuas!! Beso grande. Ya echaba de menos estos relatos…

        • Publicado diciembre 16, 2020
          .natalia_garcia

          jajajaja. Tu piensa lo que prefieras, final libre. Gracias guapa por leerme y comentar.

  • Publicado diciembre 9, 2020
    .Marta

    Me ha encantado Nat pero….no va a seguir???. Aunque….bien pensado…dejarlo abierto tiene su fuerza y encanto. Mil besos

    • Publicado diciembre 9, 2020
      .natalia_garcia

      Es un relato corto sin continuidad, cada uno elige su propio final.
      Me gusta que te guste, gracias Marta

      • Publicado diciembre 11, 2020
        .María

        Me gusta la historia y tu pluma, como siempre.

  • Publicado febrero 22, 2024
    .virginia

    Hola, después de tanto tiempo, y buscando en tu blog alguna inspiración para leer, me he topado de nuevo con este relato….. en aquel momento mi final ” de libro” es que era su amante, hoy me he levantado con otra perspectiva, (es lo bueno de los finales abiertos) y….resulta que ….. (jajajjaj) lo dejo a la imaginación de todas pero especialmente tuya.

    • Publicado febrero 22, 2024
      .Natalia

      jajajaja. Comparte, comparte tu final, se valiente y mójate¡¡¡¡ Yo he puesto la historia entera y he dejado en bandeja de plata que era su amante pero estaría encantada de que continuase la historia o cambiase, lo que cada una queráis. Igual hemos empezado un juego de varias personas…

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